viernes, 15 de mayo de 2009

Una tarde en Osaka

En estas fotos puede verse la contidianidad alrededor de la estación de Osaka. Haz clic en alguna foto para desplegar información adicional, o clic aquí para verlas en pantalla completa (¡recomendado!).

miércoles, 13 de mayo de 2009

NO CULPEN A LOS MICROBIOS: ESTA ES UNA GRIPE HECHA POR EL HOMBRE

ESTAMOS PAGANDO UN TERRIBLE PRECIO POR PRODUCIR CARNE EN VILES CONDICIONES Escrito por Ben Macintyre, publicado el 3 de mayo del 2009 en The Times, pg. 14 Traducido por Kalbo Zhark

Una vez trabajé en una granja de pollos. De hecho “granja” es una palabra demasiado suave para la forma en que estas gallinas fueron criadas , y “fábrica” suena demasiado clínico. Fue el séptimo círculo del infierno de los pollos, una tonta, fétida, sucia línea de producción con un sólo objetivo: producir la máxima cantidad de carne comestible, tan rápidamente y barata como sea posible, sin importar la calidad, la crueldad o la higiene. Las criaturas son colocadas en vastos hangares, viviendo con una dieta de hormonas, antibióticos y grano barato, miles en vallas de protección en su propia suciedad bajo luz artificial, creciendo desde polluelos hasta el tamaño de la matanza en unas penosas semanas (El más ciclo de vida más acelerado es ahora de solo 40 días). Aquello fue en una granja kibbutz hace mas de 20 años, en medio de lo que podemos conocer ahora como una revolución en la producción de animales de cría, cuando la ciencia, la economía y el apetito humanos vinieron juntos a forjar las granjas de cría animal intensiva en una escala industrial y global. Aquellos pollos producidos en masa estaban evidentemente enfermos. El aire tenía que ser bombeado en los derrames fétidos para parar la sofocación. Aún así morían en una lastimera proporción, de ataques al corazón y stress, sus huesos a menudo demasiado débiles para llevar el peso de sus cuerpos artificialmente agrandados. Estos eran material de desperdicio. Los cuerpos de los animales muertos eran “pateados” en una pila, y eventualmente removidos con una excavadora. Uno no necesita ser un científico para conocer que algo muy enfermo estaba siendo producido en aquel cobertizo. Como la gripe porcina se esparce y el temor se esparce aún más rápido, es valioso recordar que éste y otros virus animal-a-humano son particularmente hechos-por-el-hombre, el resultado de nuestra hambre por carne barata, el resultado de tratar animales como si ellos fueran solo materia bruta a ser explotada en cualquier forma que incremente los resultados y ganancias. Hay una tendencia para ver un brote de influenza, parecida a las plagas de la antigüedad, como un evento natural imparable, un azote sobre los hombres desde arriba. Pero no hay nada natural acerca de esta forma de enfermedad: enfáticamente, ésta proviene de la naturaleza. Vastas y modernas granjas de cerdos, parecidas a las enormes plantas avícolas a lo largo de la tierra, son ideales incubadoras de enfermedades, y muchos científicos creen que la mutación viral puede estar enlazada a técnicas de la agricultura moderna. Con animales debilitados empacados en espacios confinados, los patógenos se esparcen fácilmente, creando nuevas y virulentas cepas que pueden ser transmitidas a los humanos. Cuando densas poblaciones de animales en granjas-fábricas existen a lo largo de habitaciones atestadas de humanos, el potencial para el desastre es mucho más grande. El “stress” de tan repugnantes, asquerosas condiciones de vida hace que los animales producidos en masa sean más vulnerables al contagio, mientras que la concentración en unos cuantos lugares de cría de alto rendimiento ha llevado a la erosión genética y ha debilitado la inmunidad. Hemos creado un ambiente en el cual un virus suave puede evolucionar rápidamente en uno mucho más patogénico y de forma contagiosa. Hace seis años los virólogos advertían que la gripe porcina estaba en “an evolutionary fast track”. Un reporte de Salud Pública de los EU del último año apuntaba a una “evidencia sustancial del movimiento del patógeno entre y a lo largo de éstas operaciones de escala industrial”. Un año antes la Agencia de Alimentos de las Naciones Unidas predijo que el riesgo de transmisión de enfermedades de animales a humanos crecería con el incremento de la producción intensiva de animales. Durante el último brote de la gripe aviar, los gobiernos y la industria de animales de cría fueron rápidos en culpar a las aves silvestres y a las granjas en pequeña escala por esparcir la enfermedad. Con la sabiduría que da la experiencia parece que las aves de corral en gran masa en el patio trasero fueron marcadamente más resistentes a un virus que las que habían sido rastreadas directamente a enormes granjas-fábrica. Celebridades del alimento en Gran Bretaña, tales como Jamie Oliver y Hugh Fearnley-Whittingstall, han elevado públicas advertencias de la forma en que la carne moderna es producida. Pero tales campañas tienden a enfocarse en el desabrido sabor, temas éticos o ambientales tales como el desperdicio producido por la actividad granja-fábrica, o la cantidad de agua necesaria para producir un simple kilo de carne (16,000 litros). A la distancia, menos atención se ha prestado a la amenaza más directa a la salud pública debida a la producción industrializada de la carne, en la cual lo básico de la cría de animales ha sido ignorado. Esto, a su vez puede ser aunado a la asombrosa transformación en los hábitos alimenticios en el mundo. La humanidad es más carnívora hoy que antes, gracias a las técnicas de reproducción, bajos precios mundiales del grano, distribución global por redes y el “boom” económico chino. En 1965 los chinos comían solo 4 kg. por cabeza, por año, de carne: hoy el promedio de ciudadanos chinos consumen 54 kg. al año. El número de animales en el planeta se ha incrementado por cerca de 40 por ciento en los pasados 40 años, pero en vez de estar dispersados a través de él, estas unidades de comida se han incrementado concentrándose en bloques industriales compactos. El número de cerdos se ha triplicado a dos mil millones. Hay ahora dos gallinas por cada humano. La producción de comida industrializada ha cambiado la dieta del mundo proveyendo una forma de proteína abundante y barata. Aún viene no solo un costo moral y ambiental en términos de salud mundial: la mutación silenciosa de gérmenes evolucionando en medio de la mugre. La actividad granja-fábrica es necesaria para alimentar a un mundo hambriento. Pero hacerlo es también desatar nuevas enfermedades y se requiere una cooperación mas global en bio-seguridad, regulaciones internacionales del comercio de carne mucho mas estrictas, y antes que todo, un cambio en la forma en la que producimos animales para comida. La carne producida en masa lo puede matar a usted, aún si usted nunca la come. En 1953 libros de texto británicos insistían en que la guerra contra los gérmenes había sido ganada por los antibióticos, declarando la “virtual eliminación de las enfermedades como un factor significante en la vida social”. Aceptando esa premisa, La Cepa de la Andrómeda de Michael Crichton imaginó el mundo bajo asalto de un microbio desde el espacio exterior. Hoy el mundo está una vez mas bajo ataque de enfermedades infecciosas. La última plaga no viene de Dios o de otros planetas. No viene simplemente de animales infectados y microbios solitarios. También viene del Hombre.